Robert Jenkins, un oficial de la marina de guerra británica comparecía ante el parlamento británico en 1738 y relataba lo que había ocurrido siete años antes, en 1731, cuando navegaba por el mar Caribe. Su barco fue inspeccionado por un guardacostas español, y al llevar más mercancía de la permitida, ésta fue requisada y lo acusó de contrabando. A forma de escarmiento el oficial español al mando le amputó una oreja y le dijo: “Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve”.
Blas de Lezo |
Estas palabras causaron gran indignación entre los británicos, hasta el punto de que el rey Jorge II declaró la guerra a la monarquía hispana, regida entonces por Felipe V.
Antes incluso de la declaración de guerra, una imponente armada compuesta por 27 navíos de línea, además de fragatas, cañoneras, bombardas y transportes zarpó hacia el Caribe, al mando del almirante Edward Vernon.
El objetivo de Vernon era conquistar las principales plazas españolas en Cuba, Panamá y la actual Colombia. «Si Portobelo y Cartagena son tomadas –aseguraba el almirante–, los españoles lo habrán perdido todo». Portobelo cayó casi sin presentar resistencia, tras apenas dos horas de bombardeo, lo que le valió a Vernon una recepción triunfal en Londres.
Medalla conmemorativa de la supuesta victoria británica en Cartagena de Indias |
Tras el fulgurante éxito Vernon partió hacia Cartagena de Indias con una flota impresionante: más de 200 navíos, 130 de ellos de transporte por 74 de guerra. Estos últimos portaban unos 2.000 cañones. A bordo iban 27.000 hombres: 16.000 marineros y artilleros y el resto tropas de infantería.
Los españoles disponían únicamente de seis navíos y de unos 3.000 hombres, incluidos 500 civiles y otros 500 indios. La defensa estaba dirigida por el virrey, Sebastián de Eslava, y el comandante Blas de Lezo; dos militares de gran experiencia. Como se ve la desproporción era abismal. El objetivo del almirante Vernon era entrar en la bahía y asediar la ciudad.
Castillo de San Felipe en la actualidad |
La ciudad contaba con dos entradas naturales a la bahía, el de Bocagrande, cerrado con cadenas y el de Bocachica, protegido por los fuertes de San José y San Luis.
Vernon intentó acceder por el paso de Bocachica pero el navío que iba en cabeza, el Shrewsbury , fue cañoneado desde los fuertes y desde cuatro navíos españoles y quedó inmovilizado, bloqueando el acceso al resto de naves.
Blas de Lezo y el virrey se trasladaron al fuerte de San Luís, desde donde dirigieron la defensa de la ciudad. De los trece navíos británicos que entraron por Bocachica once fueron destruidos por las baterías de San Luís. Tras fuertes combates Blas de Lezo, Eslava y los defensores escaparon por la noche en lanchas a la ciudad.
Plano de Cartagena de Indias. Siglo XVIII |
Tras abandonar el fuerte de San Luís el paso quedó libre para la flota británica e iniciar el asedio a la ciudad. Blas de Lezo ordenó hundir sus barcos para impedir el paso de los barcos enemigos. Los británicos tomaron el castillo de Santa Cruz y desde allí bombardeaban Cartagena de Indias. Desembarcaron 9.000 soldados.
La victoria británica parecía tan clara que Vernon envió una carta al Reino Unido anunciando su victoria, pensando que cuando la misiva llegara a manos del rey Jorge II la victoria estaría conseguida.
Los españoles conservaban todavía el castillo de San Felipe, la principal fortaleza de Cartagena, y estaban dispuestos a resistir hasta el final.
Unos supuestos desertores españoles convencieron a los ingleses de la fácil que sería tomar el castillo de San Felipe. Les dijeron que la moral entre los españoles era muy baja y las defensas del castillo estaban a punto de derrumbarse. Convencido de lo fácil de la tarea, Vernon mandó tres columnas de 1.200 hombres cada una a tomar el castillo. Habían caído en una trampa.
Eslava, virrey de España |
Los británicos se encontraron con un foso que los defensores habían excavado alrededor del castillo muy difícil de superar, lo que sumado al intenso fuego de los defensores hacía casi imposible el asalto.
Thomas Wentworth, segundo en el mando, envió otras dos columnas, pero en su camino de subida se toparon con sus compatriotas que huían colina abajo, perseguidos por la guarnición de la fortaleza.
El balance del ataque fue terrible para los británicos. Según el oficial Charles Knowles, “entre la mañana del jueves y la noche del viernes las fuerzas británicas habían menguado de 6.645 a 3.200, y 1.200 de aquellos no estaban aptos para el servicio”. Los oficiales británicos pedían a Vernon que ordenara la retirada, pero éste se negaba.
Smollett, cirujano y escritor que participó en la expedición, escribió: “Las tropas contemplaron los cuerpos desnudos de sus compañeros soldados y camaradas flotando arriba y abajo en el puerto, proveyendo de presas a los carroñeros cuervos y tiburones, que los hacían pedazos sin interrupción, y contribuían con su hedor a la mortalidad que prevalecía”. Cuando Vernon ordenó un nuevo ataque estalló un motín que se saldó con cincuenta fusilamientos.
El 8 de mayo Vernon ordenó retirar a sus fuerzas. Fue uno de los reveses más serios de la historia de la marina británica; se calcula que hubo 10.000 bajas en el bando británico, por 600 entre los defensores españoles.
Cuatro meses después de la batalla de Cartagena de Indias moriría Blas de Lezo, víctima de una infección. Eslava volvió a España ocho meses después. A Vernon le perseguiría toda su vida su derrota en Cartagena de Indias. En 1745 dimitió de todos sus cargos en la administración naval.