Carlos Acutis podía haber sido un adolescente más que desgraciadamente murió muy joven, a los 15 años, como consecuencia de una fulminante enfermedad, leucemia. Sin embargo, una serie de hechos determinaron que fuera un ser extraordinario, hasta el punto que Carlos Acutis acaba de ser beatificado y su cuerpo se encontró incorrupto.
Desde muy pequeño Carlos había mostrado una gran devoción religiosa, a pesar de haberse criado en una familia que no era especialmente devota. Quizá tuvo algo que ver con ello su niñera, polaca, la primera que le habló de Dios. Carlo Acutis nació en Londres en 1991, de padres italianos donde su padre se había trasladado por motivos laborales y muy pronto se mudaron a Italia, más concretamente a Milán. Ya desde pequeño mostró su devoción, con tres años pedía a su madre ir a la catedral de Milán, para sorpresa de ella. Recibió la comunión a los siete años para lo que tuvo que recibir una dispensa, debido a su corta edad. Desde entonces asistía a misa todos los días.
Acutis, como un joven de su tiempo que era, se interesó por la informática y de forma autodidacta aprendió programación. Cuando asistió con 11 años a la Feria de Rimini, el mayor evento para jóvenes católicos, y ahí fue donde se inspiró para crear su gran proyecto, una página web http://www.miracolieucaristici.org, donde explica los milagros ocurridos en 20 países.
EL MILAGRO
Un niño brasileño de 4 años padecía de páncreas anular, una enfermedad que hacía que el niño vomitara todo lo que comía. El 12 de octubre de 2010, cuatro años después de la muerte de Carlos Acutis, se acercó a besar una reliquia del futuro beato en la capilla de Nuestra Señora Aparecida de Campo Grande, Brasil. Antes de besar la reliquia el abuelo le preguntó al niño que es lo que le iba a pedir al futuro beato: “No volver a vomitar”. Inexplicablemente para la medicina el niño dejó de vomitar. Se curó.
Cuando se realiza una beatificación siempre se exhuma el cuerpo del futuro beato. La sorpresa llegó cuando descubrieron que el cuerpo de Carlos Acutis estaba prácticamente incorrupto. Tan sólo se retocó ligeramente la cara con una máscara de silicona. El cuerpo del beato, vestido con una sudadera, unos pantalones vaqueros y unas zapatillas deportivas causó un impacto enorme.
Pero si el propio obispo, Domenico Sorrentino, ya declaró en su momento que era un malentendido lo del cuerpo, que al exhumarlo estaba más o menos íntegro, pero era un cadáver normal. Que lo reconstruyeron ellos para la beatificación. No fue un ligero retoque y ya.
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